Aunque hoy en día, esta famosa saga automovilística cuenta con gran prestigio y miles de seguidores a lo largo del mundo, su comienzo no sería nada halagüeño. Esto se debe a que los primeros Corvette no podían presumir ni de grandes prestaciones, ni de tener un gran éxito entre el público. Por ello, su supervivencia en el catálogo de la marca estuvo en serio riesgo.

Tras el final de la II Guerra Mundial, los soldados americanos que volvían de Europa traían consigo los pequeños deportivos europeos, esencialmente británicos: MG, Thiumph, Sumbean, Daimler, etc.., creando un nicho de mercado no existente hasta el momento en los Estados Unidos, lo que provocó que algunos fabricantes estadounidenses empezaran a reaccionar. La pionera fue la corporación Nash-KelvinatorCorporation, que se asociaría con el británico Donalt Healey, dando lugar al Nash-Healey Roadster, en el 1951. Cabe decir que este automóvil resultaría mucho más caro que el Corvette y tendría un éxito muy reducido a lo largo de sus años en producción. Unos años después llegaría al mercado la respuesta de la General Motors Corporation, que creó este deportivo genuinamente estadounidense, con su carrocería de fibra de vidrio y su motor 6 cilíndros en línea derivado de gran serie, el Corvette.

La idea inicial de este modelo saldría de la mente del genial diseñador de GM, Harley J. Earl, el cual convencería a los directivos de la compañía de la necesidad de crear un deportivo biplaza para competir con los deportivos europeos que tanto éxito estaban cosechando, obteniendo, a finales de 1951, el beneplácito para empezar a desarrollar el “Proyecto Opel”. Este proyecto fue plasmado en el “EX-122” que vería por primera vez la luz el 22 de enero de 1953, en el GM Motorama, celebrado en el Waldorf-Astoria de Nueva York. Tan solo seis meses después de haber sido presentado en sociedad, el 30 de Junio de 1953, comenzaría su fabricación de manera artesanal en la fábrica de Flint, Michigan.

Estéticamente hablando, Harley J. Earl conseguió un atractivo diseño con la elegante carrocería de este biplaza, una mezcla entre elegancia y deportividad. Muestra de ello es que al contrario de lo que venía siendo tónica habitual entre los fabricantes estadounidenses, los ornamentos cromados exteriores se redujeron al mínimo. Esta bonita carrocería estaba construida con un innovador material, fibra de vidrio reforzada; cuya utilización se debía al bajo número de unidades previsto inicialmente (unas 10.000 unidades anuales). Inicialmente, el Corvette tan solo estaba disponible en color blanco, conocido como “Polar White”, con el interior de color rojo y una capota de tela negra.

Técnicamente hablando, era un vehículo bastante corriente y sin grandes novedades, puesto que, bajo su bonita carrocería, se encontraba el chasis de un Chevrolet Bel Air, convenientemente recortado hasta los 2591 mm. Al igual que el chasis, las suspensiones también eran derivadas de la gran serie, siendo la suspensión delantera independiente, mediante triángulos y muelles helicoidales; así como, la suspensión trasera era un eje rígido mediante muelles semi-elípticos. En el apartado de frenos, el Corvette estaba equipado con unos frenos de tambor a las cuatro ruedas, que permitían una frenada no demasiado brillante, pero sí correcta para las prestaciones del vehículo.

En lo referente a la mecánica, su motor (conocido como «Blue Flame Special») también era tomado del fondo de armario de piezas de Chevrolet, y no era otra cosa que una versión actualizada del tradicional motor 6 cilindros en línea de 235 ci (pulgadas cúbicas) o lo que es lo mismo, 3.859 cc. Sin embargo, este motor incorporaba un sistema de triple carburador exclusivo del modelo, con el que conseguía erogar unos 150 Cv, todo esto asociado, también en exclusiva, a un deficiente cambio automático Powerglide de dos velocidades, con la palanca de cambios situada en el suelo, al más puro estilo deportivo. Otra característica que dejaba entrever su falta de prestaciones era que alcanzaba una velocidad punta máxima de 169 km/h. A todo esto, hay que sumar lo caro que  resultaba en su momento, puesto que su precio era mayor que un Jaguar o un Cadillac, por lo que en 1953 tan solo se vendieron 183 unidades de las 300 unidades fabricadas. Podemos concluir con que el nacimiento de este primer deportivo de GM se vio desmerecido por no suponer competencia frente a sus competidores europeos.

La producción se trasladaría en 1954 a la fábrica San Luis, Missouri, donde se produciría el modelo hasta el final de sus días. Junto a este cambio de traslado, la corporación decidió incorporar ciertas novedades al modelo: el hecho más destacable seria el incremento de la paleta de colores añadiendo el azul ‘’Pennant’’, rojo ’’Sportsman’’, y el negro; además de la opción para la capota de tela en color beige; así como, un nuevo tubo de escape. La cifra de producción aumentaría a un total 3.640 unidades, de las cuales una gran parte todavía no se había lograron vender a finales de ese año, estando esta cifra muy lejos de las 10.000 unidades previstas inicialmente.

Debido a las bajas ventas, General Motors consideró incluso descartar el Corvette de su gama en 1955, pero debido a diversos factores, entre ellos el nacimiento del nuevo Ford Thunderbird, dieron un nuevo impulso a Chevrolet para la realización urgente de cambios en el modelo, para ello se puso al mando a Zora Arkus-Duntov, un ingeniero que se dió cuenta de la necesidad de un motor V8 y una mejora de la maniobrabilidad, en el modelo. Esto significó que se produjeran simultáneamente algunos Corvette con motor 6 cilindros “Blue Flame Special” y el nuevo motor V8 “Small Block” de 265 ci (4.343 cc) que ofrecía una potencia de 195 Cv, lo cual le permitía mejorar sus prestaciones en comparación con el motor 6 cilindros, además la introducción de este nuevo motor, convertiría al Corvette en el primer Chevrolet V8 desde 1919. Ambos motores iban asociados a la caja de cambios automática Powerglide de dos velocidades obligatoriamente hasta la llegada  a final de año de la opción de poder montar una caja de cambios manual de tres velocidades. Para diferenciar, las versiones V8 de los 6 cilindros, los primeros lucían la “V” del emblema Corvette en dorado además de la instalación eléctrica en 12 V en lugar de la antigua de 6 V, que conservaban los modelos 6 cilindros. A pesar de las mejoras tan solo se fabricaron 700 unidades ese año puesto que no tuvo la acogida que se esperaba.

En 1956, el Corvette sufrió una verdadera transformación, montando unas nuevas ópticas delanteras, incorporando un nuevo capó y un completo rediseño de la parte trasera que abandonó las aletas y los pilotos de inspiración aeroespacial por algo menos excesivo y más discreto. Su perfil, hasta entonces calificado por algunos como insulso, se vio completamente transformado, añadiendo unos abombamientos a la altura de las aletas delanteras, las cuales, opcionalmente, se podían solicitar en otro color a juego con la carrocería; a todo esto, hay que añadir la instalación de unas nuevas manecillas exteriores en las puertas y elevalunas eléctricos. Llegó incluso a ofrecer la opción de montar un techo duro desmontable, que mejoraba ostensiblemente la practicidad y estanqueidad del mismo.

Ese año significó el adiós definitivo al viejo motor 6 cilindros en línea, quedando únicamente el nuevo y flamante motor V8 que, a partir de entonces, se convertiría en una señal de identidad del Corvette. Este motor, ofrecía una potencia de 210 Cv a 240 Cv, dependiendo de la versión, y todos ellos estaban asociados de serie a una caja de cambios manual de 3 velocidades, dejando la caja de cambios Powerglide como opcional. La decisión de reemplazar el motor 6 cilindros en línea por un motor V8, resulto totalmente acertada, como demuestra el aumento de la producción que se incremento hasta las 3.467 unidades.

La cilindrada del motor se había incrementado hasta los 283 Ci, o lo que vienen siendo 4.638 cc, en el año 1957. No obstante, este motor, se podía solicitar con un carburador de cuatro cuerpos, que rendía 220 Cv; con dos carburadores de cuádruple cuerpo con un rendimiento de 245 Cv; aunque es interesante señalar que, opcionalmente, se podía solicitar con un novedoso sistema de inyección GM-Rochester de gasolina, el cual le permitía obtener 283 Cv, lo que le permitía ser el primer motor de inyección de serie en obtener 1 Cv por cada pulgada cubica (Ci), aunque lamentablemente el sistema de inyección mostró algunos problemas de fiabilidad. Todas estas novedades permitían al Corvette alcanzar en una línea recta unas velocidades acordes a su aspecto y, así, las ventas aumentaron tan rápido como el coche aceleraba en línea recta, alcanzando un nuevo récord de producción en 1957, con 6.339 unidades.

El año 1958 llegó con nuevos cambios: se incorporaron los faros delanteros cuádruples; una nueva calandra en la que se reducen el número de “dientes” de trece a nueve; además de algún pequeño retoque, como los cromados en la tapa del maletero. A estos cambios exteriores hay que sumarle un completo rediseño del interior, con nuevo salpicadero e instrumentación más moderna y centrada en el conductor. A nivel mecánico, los cambios fueron mínimos, manteniendo prácticamente inalterado el motor V8 de 283 Ci, tan solo cabe destacar el aumento hasta 230 Cv de la versión alimentada por un carburador cuádruple y de 290 Cv en las versiones alimentadas con inyección. De nuevo se había incrementado la producción hasta las 9.168 unidades, cifra que continuaría aumentando año a año hasta el final de su vida comercial. Tanto en los años 1959, como en el 1960, el Corvette apenas sufrió pequeños cambios estéticos, eliminando algunos cromados exteriores y ofreciendo nuevas combinaciones de colores para los interiores.

Seria en 1961 cuando la carrocería sufriría retoques de la mano de Bill Mitchell, quien sustituyó al genial Harley J. Earl en 1958, como diseñador jefe de General Motors. El rediseño se centró principalmente en la parte posterior, la cual sufrió un completo remozado con unas nuevas ópticas traseras además de unas nuevas defensas. A parte de eso, hay que añadir una calandra de nuevo diseño que abandona los tradicionales “dientes” por un diseño de tipo malla. Este año sería el último en el que conserva la misma mecánica V8 de 283 Ci, con potencias entre 230 cv y los 315 cv, dependiendo del tipo de alimentación escogido (carburación o inyección).

Por otro lado, sufriría otra pequeña renovación externa en su último año de vida, en 1962, donde se sustituyó la calandra por una de color negro con los bordes cromados, así como, algún pequeño cromado. Este año sería el último, hasta el 2002, en que un Corvette tendría faros fijos. Pero la prioridad de Chevrolet, en ese momento, era el rendimiento del motor, por lo que se pasó a montar el motor V8 de 327 CI (5.354 cc), con este incremento de cilindrada se logró aumentar la potencia del mismo y estaba disponible desde los 250 Cv, en la versión más básica, hasta los 360 Cv, en inyección. Este incremento de potencia permitió una mejora del rendimiento que hacía que el Corvette lograra alcanzar los 241 km/h, lo que le permitió batir un nuevo récord de producción llegando a la nada despreciable cifra de 14.531 en su último año de producción. Es en el año 1963 cuando Chevrolet consideró que lo mejor era renovar el modelo por completo, naciendo, así, el Nuevo Corvette C2, popularmente conocido como “Sting Ray”, diseñado por Bill Michell, y que posiblemente sea el más recordado de todos tiempos, pero esa ya es otra historia que contaremos otro día.

En el mundo de la competición, podemos destacar de forma significativa el año 1960, en el que el millonario y apasionado del automóvil Briggs Cunningham, hizo participar a un equipo compuesto por tres Corvette en las míticas 24 Horas de Le Mans. Los resultados no fueron nada desalentadores, a pesar de que uno de estos vehículos se estrelló en la tercera hora de carrera, pues otro de ellos obtuvo un muy meritorio octavo puesto, pilotado por John Fitch y Bob Grossman, demostrando, así, una robustez y una competitividad del modelo en carreras automovilísticas a nivel mundial.

Aunque durante sus primeros años de vida en la década de los cincuenta, con su motor 6 cilindros en línea apenas era capaz de sobrepasar los 160 Km/h, a medida que iban recibiendo mejoras y, sobretodo, gracias a su poderoso motor V8, a finales de esa misma década ya era capaz de sobrepasabar los 240 km/h. Sin embargo, con todo esto, su refinamiento, su suspensión y sus frenos, nunca pudieron hacer sombra a sus rivales europeos.

El Chevrolet Corvette poco a poco fue mejorando gracias a los esfuerzos del equipo técnico, con Zora Arkus-Duntov a la cabeza, hasta que se convirtió en un deportivo de serie realmente competitivo y uno de los iconos automovilísticos americanos por antonomasia que cuenta con una gran numero de fieles en todo el planeta. A nivel de mercado, a pesar de que es un modelo relativamente abundante en el mismo, las primeras versiones de los 50 son bastante escasas y, por tanto, son las que alcanzan una mayor cotización entre los coleccionistas de clásicos, llegando a superar ampliamente los 100.000 euros los modelos correspondientes a esos períodos.